El debate sobre el crecimiento inclusivo ganó prominencia en Brasil en la
última década, con la mayor participación del Estado como promotor de las
inversiones sociales, especialmente el Bolsa Familia, programa del gobierno
federal de transferencia de ingresos que beneficia a 13 millones de familias
pobres[1]. Este período se caracterizó también por la incorporación de 51 millones
de personas a la clase media brasileña[2], que ahora tienen mayor acceso al crédito para la compra de bienes y
servicios, y el alcance del objetivo nacional de reducción de la pobreza
establecida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio[3] de la ONU.
A pesar de los avances significativos, las desigualdades sociales persisten
a las mayorías pertenecientes a las camadas de población más pobres, generalmente
con baja escolaridad y residente en regiones y estados más pobres, o mismo
marginalizada en las periferias de las grandes ciudades. Este hecho apunta a
los límites de este modelo de financiación y advierte a la necesidad de
repensar cuáles son los nuevos desafíos para el país encontrar un camino de
crecimiento inclusivo en el largo plazo.
Y hay oportunidades en Brasil, especialmente de la mayor participación del
sector privado con la cultura de la inversión social, en la que pesa el
importante papel de los llamados negocios inclusivos[4], o sea, empresas privadas que buscan desarrollar soluciones de mercado
para superar los graves problemas sociales y ambientales que enfrenta el mundo.
El enfoque de los negocios inclusivos es de modelos híbridos, que
desarrollan soluciones innovadoras de bajo cuesto, socialmente incluyente y
económicamente justas. Estas empresas se llevan de manera simultánea en las
características de la empresa privada, con metas en los resultados y la
generación de rendimientos financieros, y el tercer sector, con aspiraciones
sociales y ambientales significativas.
Para el desarrollo de los negocios inclusivos, diferentes mecanismos de
financiación tienen que evolucionar junto con el apoyo de diferentes grupos de
interés de este ecosistema, siendo capaz de combinar positivamente las lógicas de inversiones
que al mismo tiempo generen ingresos y proporcionen beneficios sociales. Pero si bien hay espacio para estas innovaciones en las esferas pública y
privada, otras cuestiones sistémicas crónicas tales como los altos impuestos,
la burocracia y la infraestructura inadecuada también siguen siendo serios
desafíos para el crecimiento inclusivo en el país.
[1] Fuente:
MDS. RI Bolsa Família e Cadastro Único. Brasília, Nov. 2015.
[2] Fuente:
Secretaria de Assuntos Estratégicos (SAE). Social e Renda: A Classe Média
Brasileira. Brasília: Secretaria de Assuntos Estratégicos da Presidência da
República, 2014.
[3] Fuente:
IPEA. Objetivos de Desenvolvimento do Milênio: Relatório Nacional de
Acompanhamento. Brasília, 2014.
[4] Fuente:
PNUD. Mercados inclusivos no Brasil: desafios e oportunidades de ecossistema de
negócios, 2015.
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